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Publicado por:
Paco Puyuelo
01/03/2004 0:00
El GRITO DE PIEDRA. Marzo 2004
Libro que recoge una muestra de la obra del escultor Paco Puyuelo
En esta obra Paco huye de explicar sus esculturas como el ratón de gato, hasta el punto de no ponerles título. "Dejemos que cada uno se monte u película", repite. Con esa única pista el autor(la cinematográfica), henos bautizado a nuestro antojo el repertoria de esculturas y añadido un guión subjetivo y sugerente. ¿Nos hemos acercado a lo que el escultor quiso sacar de sus piedras?. Ni por asomo. O sea, que hemos acertado de lleno. ¿Comprenden?
DIARIO DEL ALTO ARAGÁON
http://www.diariodelaltoaragon.es/NoticiasDetalle.aspx?Id=486562
ARTERIA
Paco Puyuelo, el grito de piedra

“Puyuelo está mallando fuerte”, dice el catálogo. En “Arteria” hay una buena oportunidad de “ver” sus golpes.
22/04/2004
MONZÓN.- “Paco Puyuelo, el grito de piedra” es el título del catálogo de la obra de este escultor altoaragonés que ha editado la Comarca del Cinca Medio (diseño y maquetación de Toño Isla), y que será presentado el sábado a las seis y media en el marco de “Arteria”. Puyuelo nació en Peralta de Alcofea, vivió en Barbastro y, finalmente, se afincó en Monzón. Desde hace un año, el inquieto artista vive y trabaja en el entorno del “atelier” parisino de Carlos Regazzoni (una vieja estación de tren abandonada, foco de mil “movidas”), el escultor argentino que crea obras con los más inverosímiles elementos que duermen en la chatarra y él resucita, y la amistad entre ambos, sumada a los contactos de William Abelló (decorador ejecutivo de películas de renombre como “Prêt á porter”), ha facilitado la amalgama de artistas de las más variadas disciplinas de la galería internacional. Con Ángel Oresanz, el escultor que en su día plantó la estatua de Joaquín Costa de Monzón, también ha compartido correrías artísticas por las calles de París. Puyuelo quiera más y hasta Nueva York baila en su cabeza...
Paco hizo músculo con la cantería académica de los sillares, los escudos y los arcos y esculturas al uso (fue profesor de cursos de formación de canteros), y ahora domina el mármol, la escayola, el alabastro y la madera en una borrachera de imaginación desbordada que igual le hace guiños al duro abstracto, que al romanticismo del cuerpo femenino de rotundas curvas y poses salvajes, que a la denuncia social sutilmente esculpida. Sus obras, valgan la paradoja y la metáfora, son mudas, porque ninguna lleva título ni lo llevará (ésta es la particular firma del artista), y hablan todos los idiomas porque el autor quiere que a cada cual le cuenten lo que quiera escuchar, lo que quiera entender... “Si pongo un título, condiciono al espectador, así que nada. Total libertad de interpretación”, dice.